Después de pasar cuatro años en este club tan maravilloso, creo que lo mejor es decir adiós. Ha sido una decisión meditada porque me quedan dos años de contrato, pero tras darle vueltas a la situación he visto que irme era lo mejor para todos. Siempre he dicho que no quiero estar donde no me quieran. Eso no lo digo por la afición, que siempre ha estado conmigo. El último partido, el del Mallorca, recibí pitos, pero para mí fue algo normal, el final anunciado de una polémica en la que muy pocos me han querido escuchar. Lo de que no me han querido lo digo por los que mandan en el club a nivel deportivo.
Los dos últimos años han sido malos, no se puede negar, y ha llegado el momento de los cambios. Me ha tocado a mí y lo asumo con naturalidad porque es la ley del fútbol, la misma ley que en su día me trajo a uno de los mejores clubs del mundo. La ley que ahora me llevará a otro país a seguir luchando por ganar partidos, por levantar títulos, por ilusionar a una nueva afición. Pero a vosotros, a los aficionados del Barc,a, no os olvidaré nunca. Oir mi nombre coreado en el Camp Nou por cien mil aficionados es una experiencia que sólo puedes vivir en el Barc,a. Yo lo he vivido y podré contárselo a mis hijos y mis nietos. Jugar en este club es lo mejor que te puede pasar, el cariño de la grada se multiplica por mil y cuando ganas te sientes en el paraíso. Incluso cuando las cosas no van tan bien la gente es respetuosa y cariñosa contigo.
Al menos eso es lo que ha sucedido conmigo y con mi familia. Yo, que soy brasileño nacionalizado portugués, fui acogido por la gente del Barcelona como si hubiese nacido aquí. Nada más llegar noté que había una conexión especial con la grada. En mi primer derbi, contra el Espanyol, todo el estadio coreó mi nombre, después llegó la primera Liga, la segunda, la Copa de Europa y la gran celebración por las calles de la ciudad. Ese día vosotros nos hicísteis tocar el cielo. Sólo han pasado dos años de aquello pero parece que queda lejos. Lo único que espero es que con el paso del tiempo aquellos partidos, aquellos goles, alguno de rebote, y aquellas victorias queden en vuesta memoria como bonitos recuerdos de momentos en que disfrutásteis. Si yo pude contribuir a ello me doy por satisfecho. Gracias por todo.
Visca el Barça!
Los dos últimos años han sido malos, no se puede negar, y ha llegado el momento de los cambios. Me ha tocado a mí y lo asumo con naturalidad porque es la ley del fútbol, la misma ley que en su día me trajo a uno de los mejores clubs del mundo. La ley que ahora me llevará a otro país a seguir luchando por ganar partidos, por levantar títulos, por ilusionar a una nueva afición. Pero a vosotros, a los aficionados del Barc,a, no os olvidaré nunca. Oir mi nombre coreado en el Camp Nou por cien mil aficionados es una experiencia que sólo puedes vivir en el Barc,a. Yo lo he vivido y podré contárselo a mis hijos y mis nietos. Jugar en este club es lo mejor que te puede pasar, el cariño de la grada se multiplica por mil y cuando ganas te sientes en el paraíso. Incluso cuando las cosas no van tan bien la gente es respetuosa y cariñosa contigo.
Al menos eso es lo que ha sucedido conmigo y con mi familia. Yo, que soy brasileño nacionalizado portugués, fui acogido por la gente del Barcelona como si hubiese nacido aquí. Nada más llegar noté que había una conexión especial con la grada. En mi primer derbi, contra el Espanyol, todo el estadio coreó mi nombre, después llegó la primera Liga, la segunda, la Copa de Europa y la gran celebración por las calles de la ciudad. Ese día vosotros nos hicísteis tocar el cielo. Sólo han pasado dos años de aquello pero parece que queda lejos. Lo único que espero es que con el paso del tiempo aquellos partidos, aquellos goles, alguno de rebote, y aquellas victorias queden en vuesta memoria como bonitos recuerdos de momentos en que disfrutásteis. Si yo pude contribuir a ello me doy por satisfecho. Gracias por todo.
Visca el Barça!
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