El precio de la verdad

Estoy en plena lectura de uno de los "best-seller" de los últimos meses en nuestro país: Gomorra, la polémica obra del periodista y cronista napolitano Roberto Saviano. La idea del precio que deben de pagar algunos por contar la verdad asalta mi mente tras cualquier sesión de lectura de esta obra, que ha sido capaz de pender sobre el autor una espada de Damócles en forma de amenaza de muerte continua por parte de varios sectores radicales de la Camorra, el mayor grupo criminal de Europa, que disfrutarían con su vendetta particular ante el que ya es uno de los mártires de a pie de los últimos años.

Saviano visitó ayer el Camp Nou y pudo disfrutar de la victoria blaugrana frente al Athletic de Bilbao, tras ser el protagonista del programa de Gemma Nierga, La Ventana, de Cadena Ser. En él relataba su calvario particular y las dificultades con las que debe de lidiar en su día a día, acechado por la Guadaña. Quizá la afirmación que destacaría de su entrevista, a la que ya hizo referencia en un reportaje monográfico realizado en su honor, fue un auténtico titular: "Lo que produce más angustia no es pensar en la muerte, en que puedan matarte, lo peor es el día a día... la gente te visita como quien visita a un enfermo".

Roberto Saviano ha sido invitado formalmente por Simon Peres a residir en el estado de Israel, pero éste ha declinado su oferta asegurando que aún viviendo en dicho país no se sentiría seguro. No puede vivir en un mismo lugar durante más de tres días, y está acompañado continuamente por un escolta personal a nómina del Ministerio del Interior de Italia.

Toda una condena: la de estar muerto en vida. Un cruel precio para alguien que denunció una situación que clama de la intervención inmediata de un estado como el italiano.