domingo, 5 de octubre de 2008

La película de la semana: Lost in translation (2003)


Por fin ayer tuve la oportunidad de poder ver una de las películas que más deseaba: Lost in translation, de Sofia Coppola. Y como es norma en el caso de determinadas películas, el título visita Manu´s site en forma de reseña de la sección Videoclub.

Sinopsis: Bob Harris (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) son dos estadounidenses que se encuentran en Tokio. Bob es una estrella de cine de mediana edad que ha venido a rodar un anuncio publicitario a la capital nipona, mientras que Charlotte se encuentra en la ciudad debido a que ha venido a acompañar a su marido (Giovanni Ribisi), un fotógrafo adicto al trabajo. Insomnes, los caminos de ambos se cruzan una noche en el bar de su lujoso hotel, surgiendo del encuentro casual surge una sorprendente amistad. Los dos deciden aventurarse juntos en la vida nocturna de Tokio, comparten inolvidables experiencias con los habitantes de la ciudad y terminan descubriendo una nueva manera de ver la vida.

Sofía Coppola es, como todos ya sabemos, hija del conocido director de cine Francis Ford Coppola. A pesar de que obviamente ha sido bautizada desde el primer momento por el hecho de ser descendiente de quien es, ella sin embargo ha procurado desde sus inicios desmarcarse de su padre en lo que a polémicas comparativas se refiere. Y es que en cuanto a lo que a cinematografía se refiere, las producciones dirigidas por Sofía distan mucho de la firma del director de obras maestras como El Padrino o Apocalypse Now. Con films como Las virgenes suicidas o María Antonieta, la que ha sido la primera directora norteamericana en ser nominada a los Oscar por su dirección en la película protagonista de este artículo, ha logrado imprimir un carácter propio y común en todos y cada uno de los largometrajes en los que ha sido parte.

Lost in Translation habla sobre la conexión de dos personas que viven inmersos en una misma realidad; la soledad que implica una estadía más o menos larga en un país no considerado occidental al uso. Japón es el encuadre y la ciudad de Tokio el marco interpretativo de la película; un país de costumbres distintas y con unos habitantes que permanecen en muchos casos inalterables ante determinadas situaciones cotidianas que a muchos de nosotros podrían llegar a inquietarnos. En definitiva una realidad distinta.

La recién casada Scarlett Johansson y el eternamente tragicómico Bill Murray son los protagonistas de la cinta. La carga dramática de la película recae básicamente en los personajes de ambos, ya que la presencia de Giovanni Ribisi y Anna Faris es práctcamente testimonial. Es un acierto que Coppola decida contar prácticamente única y exclusivamente en pantalla con la presencia de los dos primeros, aunque sin embargo existe una gran pega y es que se aporta un retrato de todos los actores secundarios como personajes caricatos y con un trazo bastante tosco. Por fortuna la directora acierta en la aplicación de la idea de la empatía, y ahí reside el verdadero encanto de la película. Esa soledad, esa necesidad de sentirse encontrado cuando uno se haya perdido... La película trata de crear una atmósfera bastante lograda.

Película muy recomendable tanto para los aficionados a las películas que reflexionan sobre las realidades de la vida así como para aquellos que simplemente se quieran ver inmersos durante casi dos horas en un mundo diario completamente diferente y vivido por más de cincuenta millones de personas.

Valoración: 7.

Pros: la presencia de la pareja Murray y Johansson, que con gran fuerza consiguen atraer la atención del espectador por sus singulares vivencias. La historia, melodramática y llena de ternura.

Contras: el final del largometraje es basante previsible tras el visionado de la primera mitad.

Curiosidades: en la sesión fotográfica, el fotógrafo japonés le pide a Bill Murray que pose como si fuera el otrora 007 Roger Moore. Bill Murray hace referencia a su preferencia en favor a Sean Connery, formulando tras su comentario la pregunta "¿lo habéis tenido aquí?". En la vida real el escocés realizó un anuncio de whisky japonés, algo de lo que se arrepintió con el tiempo. El personaje de Giovanni Ribisi está inspirado en el director Spike Jonze, que mantuvo una relación con la Sofia Coppola durante un tiempo; ésta por cierto escribió expresamente el papel de Murray pensando en éste.

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