lunes, 6 de octubre de 2008

Libro de la semana: Retrato de un asesino (2002)


Una de las mejores novelistas del género negro publicó en el año 2002 la que se ha convertido hasta la fecha en su obra más lograda y reconocida, y que ha logrado condenar a un cierto ostracismo las idas y venidas del que era su personaje buque insignia, Kay Scarpetta; hablo de Retrato de un asesino, la plasmación en papel de la investigación llevada a cabo por la escritora sobre una de las figuras más inquietantes de la historia contemporánea: Jack El Destripador.

Sinopsis: entre agosto y noviembre de 1888, siete mujeres fueron asesinadas en el barrio londinense de Whitechapel; la crueldad de sus muertes despertó el pánico entre los habitantes de la ciudad y dio lugar a la leyenda de Jack el Destripador. Durante más de cien años, la identidad de este asesino ha sido considerada como uno de los enigmas más famosos de la historia, existiendo un sinfín de teorías que han apuntado, entre otros posibles autores del crimen, a un miembro de la realeza, un artista, un barbero, un doctor y una mujer. Patricia Cornwell decidió iniciar una investigación sobre el misterioso asesino aplicando la rigurosa disciplina de un análisis policial actual y aportando técnicas desconocidas en la época victoriana.

Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddows, Mary Jane Kelly... Todas ellas tienen la triste característica en común de pasar a la historia criminológica como las víctimas del que para muchos ha sido el primer asesino en serie de la historia: Jack El Destripador. El monstruo que asoló durante meses el barrio londinense de Whitechapel logró pasar a los anales de la historia con su cruel intercesión, fenómeno que ha logrado atrapar durante años y años a cientos de investigadores y periodistas, cegados sin remedio por la búsqueda de la identidad del homicida. Patricia Cornwell, la exitosa novelista de suspense e intriga es una de esas "víctimas"...

Retrato de un asesino es la traslación novelada y no ficcionada de las investigaciones de la escritora estadounidense sobre la figura de Jack. Para la realización de la obra la novelista hizo uso de un gran despliegue de medios, convirtiéndose la investigación con ello en una de las mayores que se han realizado en el "ámbito privado". Examinó todas las evidencias físicas disponibles (miles de documentos, cartas e informes, huellas dactilares, fotografías de las escenas de los crímenes y artículos periodísticos de la época) llegando a la conclusiñon de que, tras el pseudónimo de Jack El Destripador se ocultaba Walter Sickert, un pintor inglés de raíces teutonas afincado durante la época de los asesinatos en la capital del Imperio Británico y que se sentía profundamente fascinado por los bajos fondos londinenses. Aplicando sus conocimientos sobre investigación criminal y analizando la vida y obra del artista, la autora presenta las circunstancias vitales que lo convirtieron en el psicópata que, durante décadas, consiguió tener en jaque a la sociedad británica.

La historia de El Destripador tiene un poder magnético y profundamente enigmático. Todo el entramado de la historia, en una época como la victoriana está cargada de una profunda carga dramática que añade si cabe aún más misterio e incógnitas a lo que realmente sucedió. Tramas que implicaban a la realeza e incluso a sociedades masónicas europeas..., la fenomenología acerca de la figura del asesino ha cruzado desde sus inicios las fronteas de Gran Bretaña para instalarse en los cinco continentes, convirtiéndose en santo y seña de una época.

Sus epístolas burlescas retando a Scotland Yard y el cáriz brutal que adquirió su "obra" culminada por el brutal asesinato a Kelly mostró a la ciencia criminológica un nuevo arquetipo de asesino: el psicópata o asesino en serie, que tristemente haría su aparición de nuevo con otros nombres como Kemper o Bundy.

Un libro que se lee con una fruición en momentos inquietante y que no deja indiferente a nadie. Un gran ejercicio periodístico de Cornwell.

Valoración: 8.

Pros: la documentación incluída en la obra es digna de mención, así como la habilidad de Cornwell como maestra de ceremonias, sabiendo en todo momento llevar el compás de la obra.

Contras: hubiese sido interesante una mayor atención sobre los sospechosos de Scotland Yard en los crímenes, tales como William Withey Gull, James Maybrick o Aaron Kosminski, que fue declarado por la policía británica como finalmente el verdadero autor de los crímenes tras años de investigación forense

Como pequeño añadido os incluyo las cuatro partes del especial Jack el Destripador y los Asesinatos de Whitechapel que el televisivo programa Cuarto Milenio, comandado por el irrepetible Iker Jiménez, realizó sobre la figura del inquietante asesino.












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