viernes, 8 de febrero de 2008

Conclusiones

Tras una investigación exhaustiva, Scotland Yard ha dictaminado que la muerte de la otrora opositora al gobierno en Pakistán, Benazir Bhutto, el día 27 de diciembre del pasado año no se produjo por el impacto de una bala en su cabeza, como se había ampliamente especulado, sino como consecuencia de una grave herida en ésta tras golpear Bhutto el techo del vehículo en el que viajaba a causa de la fuerte explosión de una bomba que un suicida hizo estallar en las cercanías del automóvil.

Un equipo de expertos de la policía londinense se desplazó al continente asiático a fin de poder esclarecer una de las mayores incógnitas de los últimos tiempos. Bhutto había sido amenazada de muerte en numerosas ocasiones, y la virulencia de los ataques contra ella se habían acentuado en el último tercio de 2007.

En una carta publicada tras su muerte, la ex-política anunciaba que estaba convencida de que la ola de terror que bañaba su existencia estaba siendo promovida entre muchos otros por el actual presidente de la nación pakistaní Pervez Musharraf, al que culpaba de la autoría de un eventual atentado contra su vida si este finalmente llegase.

Una gran polémica se desató, erigiéndose rápidamente nuestra protagonista como un bastión a los ojos de occidente contra el fundamentalismo islámico. Su posible asesinato prácticamente la situó en la categoría de mártir por los derechos civiles de millones de personas.

Muchos claroscuros hay en la historia. No se practicó autopsia alguna, conforme a la profunda tradición musulmana; dicho extremo impidió un análisis médico de las causas del fallecimiento. Diversas hipótesis sobre la autoría: fundamentalistas islámicos, terroristas incitados por el Gobierno, e incluso Occidente.

Conclusiones que agradarán a unos, y que proporcionarán una mayor intranquilidad a otros.

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