domingo, 18 de noviembre de 2007

Ernest Hemingway

A lo largo de los años su nombre ha ido emparejado a ese espíritu aventurero que reside en el fondo de todo ser humano. Su ser ha sido sinónimo de éxito y fracaso; un perfecto ejemplo de lucha personal por alcanzar grandes metas. El apogeo y la trágica caída personificadas en una misma persona. Hemingway ha sido sin lugar a dudas uno de los personajes de más relevancia en muchos campos en el siglo XX.

Nació en la pequeña localidad estadounidense de Oak Park (Illinois, Estados Unidos) en el seno de una família burguesa. Desde joven creyó que su papel debía ser el de dar testimonio a la humanidad de todo aquello que pudiese acontecer, hecho que motivó que con apenas 19 años viajase a Europa en plena Gran Guerra para enrolarse en la Cruz Roja durante dicho conflicto. Un joven Hemingway topó con la barbarie que toda guerra conlleva y ello le marcaría durante el resto de su vida.

Años más tarde y con el fin de la Primera Guerra Mundial, nuestro protagonista se instaló en Francia, cuna por entonces de una nueva generación de novelistas, la conocida Generación Perdida, que le influyó lo suficiente como para comenzar una, a priori poco fructífera, carrera como escritor; sus primeros trabajos no obtuvieron el reconocimiento merecido por el público, que finalmente llegó con su primera novela, titulada Fiesta, con la que obtuvo la fama.

Tras años de vida parisina y con alguna visita a nuestro país decide volver a Estados Unidos de forma efímera, para instalarse temporalmente en Cuba. Es entonces cuando se produce un gran cambio en Hemingway, definiendo el mañana de su obra: la lucha humanitaria. A raiz de ello su vida se convierte en una frenética existencia dando testimonio de todas las vivencias de todos aquellos que le rodean. La Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial... Como corresponsal de guerra y novelista de fama relata los quehaceres diarios de todo aquel que convive con él en dichos conflictos, convirtiéndose con ello en un testigo de excepción de algunos de los episodios más memorables de la historia moderna.

Su cierta excentricidad y sus ganas de vivir la vida le granjean la amistad de muchos; la fama justamente obtenida sin embargo le otorga la enemistad de otros.

El vaivén en que se había convertido su vida experimentó de nuevo una etapa final de cambio en la que asentó su ser en una vida sedentaria. Fruto de la reflexión de su vida nace en el año 1952 el pequeño relato publicado por la revista Life titulado El viejo y el mar, con el que ese mismo año obtiene el premio Pulitzer. Un año más tarde es galardonado con el Nobel de literatura por el conjunto de su obra.

Durante los siguiente años dedicó su vida a recoger todas sus vicencias de juventud en tierras francesas y españolas, en relatos que han engrosado su gran herencia a la literatura.

El 2 de julio de 1961 Ernest puso el punto y final al cuento de su vida. Su suicidio (o muerte accidental según argumentan algunos biógrafos) supuso el fin de uno de los iconos de la novelística y periodística que sigue siendo venerado aún por miles de personas.

1 comentario:

El Cinema de Hollywood dijo...

Un personaje clave en la historia del siglo XX. Un referente absoluto, un hombre de esos que ha dejado su impromta grabada a fuego en el gran libro de la historia humana.