Últimamente a razón de varias conversaciones con diversas personas de mi entorno he reflexionado acerca de uno de los fenómenos anuales más característicos que vivimos: la Navidad.
Recuerdo que cuando era un niño sentía un halo de magia en cada uno de los días de los que componían estas festividades. La eterna espera del día 25 de diciembre con esa peculiar ilusión de ver que regalos te esperaban bajo el umbral de un cada vez más familiar árbol de Navidad era el pan nuestro de cada año. Los nervios previos al Año Nuevo. La cabalgata de Reyes.
Sin embargo un año de pronto dicha ilusión desaparece.
Quizá sea por la ausencia paulatina de algún ser querido... Quizá por la eterna cantinela de que las Navidades son tiempo de paz y de amor para toda la humanidad... Quizá porque los años desvanecen la ilusión de estas fechas...
Sea como fuere dicha magia desaparece dejando en su lugar una especie de espectro que, si bien no es de la misma entidad mediática que la Navidad, puede resultar francamente desconcertante.
Es por tanto la época del consumismo exhacerbado y de la eterna comercialización de unas festividades que parecen creadas de forma expresa por los grandes almacenes. Una mera y simple excusa para gastarse el dinero de forma frenética e, irónicamente en un altísimo porcentaje de la población, adoptar como lema navideño aquella frase de "pan para hoy, hambre para mañana". De ahí la consabida por muchos "cuesta de enero".
Quizá realmente el espíritu de la Navidad resida en observar la felicidad de aquellos que aún tienen la capacidad de poder observar su "magia". Puede que ese sea el verdadero porqué. Ver a modo de ejemplo a los más pequeños rellenar con sus inconsistentes trazos una carta de Reyes en la que si pudiesen pedirían todo lo que hallarían en cualquiera de los catálogos de tiendas de juguetes. Cartas bajo el encabezamiento "Queridos Reyes Magos:..." que son apiladas junto a muchas otras y que esperan ser o no recompensadas el día 6 de enero de cada año.
O puede todo ello no sea cierto y realmente sea una época en la que creer en el reencuentro con los seres queridos, en la reconciliación con aquellos seres olvidados. Una época dedicada al amor y a la amistad. Unas fechas en las que el "yo" quede aplazado para darnos al máximo al resto.
Por contra hay quien podría decir que podría mucha gente dedicar esa misma idea a las 49 semanas restantes del año...
Por fortuna la democracia tambien es esto: el poder optar por decidir si unas fechas señaladas del año son o no del agrado de uno. En ese poder de eleccion reside el poder de la felicidad. Incluso ante un fenónemo como el de la Navidad podemos elegir si nos gusta o no.
En cualquier caso, Manu´s site os desea a todos...
¡Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo!.
2 comentarios:
¡Hola precioso !
Creo que la Navidad es otro de los dulces pretextos que se utilizan para dar esos abrazos, besos, caricias y palabras que estan guardadas en el fondo del corazón y que solo salen en festividades tontas que se inventaron los astutos comerciantes para hacer feliz su cuenta bancaria.
¿Vamos hacer nosotros más astutos e inventar cada día locas excusas para entregar todo el cariño que llevamos dentro?
Besos Manu y deseo que la cuenta de tu corazón, siga creciendo y creciendo sin parar....tal vez un día vaya a pedirte un préstamo.
Te quiere tu amiga anónima.
Me repatean estas fechas. Suerte que ya ha terminado la peor parte.
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